Entre adolescentes embarazadas te veas
Entre adolescentes embarazadas te veas.
Por: Paloma Cuevas
Hablar de embarazo adolescente no es un tema sencillo, ya que este se encuentra enmarcado por miles de factores que juegan alrededor de un ser humano sumamente frágil (generalmente inmaduro, no sólo por default sino por definición), y de un ser indefenso que probablemente no es deseado. La adolescencia está definida por cambios de distintos tipos tanto hormonales como emocionales y físicos, lo anterior se ve agravado porque generalmente se juntan nuestras hormonas en pleno estado de ebullición con las de nuestras madres en cuasi estado menopáusico… lo cual genera infinidad de situaciones dramáticas que desembocan en portazos, gritos y de repente uno que otro sombrerazo…
No existe época de mayor confusión y falta de aterrizaje que la adolescencia. Los adolescentes son por definición: rebeldes, tienden a cuestionarlo todo, buscan la identificación y la pertenencia en el grupo, son egocéntricos, impulsivos, presentan baja tolerancia ante la frustración, tienen cambios drásticos de humor provocados por la secreción de hormonas, tienen sentimientos intensos, en ocasiones se aíslan, sufren de periodos de ansiedad, buscan la gratificación inmediata y se consideran omnipotentes (lo malo le ocurre a los demás, nunca a ellos).
Cuando somos adolescentes nos encontramos en el momento de la formación de nuestra personalidad, de la necesidad de forzar los límites, y de contraposición con el sistema: llámese este, casa, escuela, iglesia, es decir cualquier institución que se atreva a decirnos cómo “deben ser las cosas.”
Ser adolescente es pertenecer a ese grupo que ocupa aproximadamente 1200 millones en el mundo y 15 millones en este país lleno de adultos, desempleo y ninis… es desear ser valorado y querido además de ya no ser tratados como “niños” y es justamente en esta etapa en que somos vulnerables a todas las “terribles tentaciones” que pueden convertir nuestra vida en un infierno y nuestras metas en simples sueños.
El papel de la educación en casa juega un rol preponderante, pero desgraciadamente debemos ser honestos muchos de los hogares en el mundo no tiene nada que ver con el ideal de las series televisivas: papá, mamá, hijitos, mascota y buzón al frente de la casa. La realidad en nuestros países tercermundistas dista mucho de ser idílica, ambos padres de familia trabajan, (en el caso de que haya dos padres y cuando no… hay una madre o un padre… [no deseo ser discriminatoria ni de mente estrecha] que juega ambos papeles y que hace lo indecible para lograr que los hijos tengan oportunidades adecuadas) llegan cansados, algunas veces (sino es que la mayoría) de malas, y con una tolerancia en el límite de la explosión nuclear, lo que aunado a la falta de interés resulta en la no educación de los hijos y en endilgar esa responsabilidad a la escuela, en donde en realidad el adolescente recibe un 50% de conocimientos y un 50% de hábitos que se da por sentado ya trae de casa… son pocos los que tienen la posibilidad de confiar en sus padres y platicar abiertamente con ellos de temas diversos entre otros: La sexualidad.
La sexualidad en la vida diaria tiene un papel importante. A dónde volteemos vemos mujeres y hombres exhibiéndose semidesnudos en revistas, comerciales, anuncios espectaculares, lo cual explota la imaginación de las y los adolescentes… baste mencionar el fenómeno de los Tweenies (niños de entre 8 y 12 años que se creen jóvenes adultos y que buscan imitar conductas que nada tienen que ver con su edad), que sin la orientación adecuada terminan en la iniciación de la vida sexual… lo cual no sería tan grave si no estuviéramos hablando de niños, que son vulnerables en todos los sentidos.
Como resultado de esta temprana iniciación, de la falta de información, de la ignorancia y de la indiferencia cada año “15 millones de adolescentes de entre 15 y 19 años dan a luz alrededor del mundo, lo cual representa la quinta parte de todos los nacimientos. En los países llamados “en desarrollo”, en promedio el 40% de las mujeres son madres antes de los 20 años.” Todo lo anterior contenido en Reproductive Health Outlook (https://www.icmer.org/)
En América Latina los nacimientos de madres de menos de veinte años alcanzan el 15%. Así, cada año unas 4 millones de adolescentes llevan a término un embarazo.
De acuerdo con las estadísticas de natalidad del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), durante el 2011 hubo en México 2.58 millones de nacimientos de niñas y niños, de los cuales 473,000 tuvieron como madre a una mujer que al momento del parto tenía menos de 19 años de edad. Lo anterior significa que un 20% de los partos en México pertenecen a ese grupo de edad.
Los estados con mayores porcentajes de embarazos adolescentes son: Chihuahua, Coahuila, Durango, Nayarit, Sonora y Sinaloa, un análisis de las condiciones de vida debería dar la pauta para el análisis y la corrección de los factores que permiten que las adolescentes se conviertan en madres, ya que a fin de cuentas son niños que no han terminado de educarse, ni desarrollarse tratando en el mejor de los casos de educar a otros niños.
Durante mucho tiempo se asociaron los embarazos adolescentes a la falta de desarrollo social y a la poca o nula escolaridad, y sin embargo los estados con mayores porcentajes de embarazo adolescente se encuentran al norte del país, contando con un enorme diferencial de desarrollo y oportunidades comparados con los estados del Sureste.
Mención aparte debe tener el hecho de que un 25% de la población femenina adolescente no cuenta con acceso a métodos anticonceptivos, mientras que en el resto de la población la falta de acceso alcanza un 12.5% y los que cuentan con acceso no forzosamente hacen uso de ellos, ya sea por temor de incomodar a su pareja, por timidez o por falta de información adecuada.
Tal vez por pertenecer a un país que idealiza el concepto de familiam, el hecho de que un embarazo no sea el resultado de una decisión libre e informada acarrea otro tipo de consecuencias graves tanto para los progenitores como para los hijos que a fin de cuentas desembocan en una descomposición social que termina por afectar no sólo a los implicados, sino a la sociedad en general.
En el caso de las mujeres que se convierten en madres en edad adolescente la estigmatización y discriminación de que son objeto además del impedimento del acceso a las oportunidades tanto educativas como de trabajo, las convierte en un sector de la población altamente vulnerable.
Es importante destacar que a menor edad en la madre en su primer embarazo, es mucha mayor la posibilidad de que esta tenga más hijos a lo largo de su vida. Acorde a las cifras del INEGI, de los 11,521 partos en mujeres de hasta 15 años registrados en el año 2011, en 1,038 casos eran mujeres que ya contaban con dos hijos, 470 tienen 3 hijos, 212 tienen 4 hijos, 121 tienen 5 hijos y 66 niñas de esa edad tienen 6 hijos.
Mientras que en el grupo de mujeres conformado por niñas de 15 a 19 años, entre quienes hubo 461,466 partos en 2011, en 354,326 casos ellas fueron madres primigestas, 84,375 eran madres de dos hijos, 16,165 de ellas contaban con 3 hijos, 3674 con cuatro, 1,304 con 5 hijos y en 630 casos con 6 hijos.
Ante la frialdad de las cifras la terrible realidad que todo ello implica, ya que simplemente por el rango de edad en que se encuentran la mayoría de ellas al momento de ser madres no cuentan con trabajo, ni seguridad social, ni tienen una actividad laboral remunerada.
Consecuentemente con su edad su grado de preparación o escolaridad es bajo, y hasta el 80% de estas niñas trunca su trayectoria escolar, siendo previsible que en un futuro cercano, la mayoría enfrentará condiciones inadecuadas para la formación de sus hijos, tanto en el ámbito laboral como académico. Siento casi imposible su incorporación al mercado laboral formal y dejándoles como única opción la informalidad o el ser víctimas de explotación laboral y en casos aún más extremos el convertirse en parte de la cadena de trata de personas.
A todo lo anterior hay que agregar los riesgos de mortalidad por el rango de edad en que se encuentran y la falta de un desarrollo físico completo de las madres. Los riesgos asociados a los embarazos a corta edad no han logrado reducirse.
La pregunta que nos queda es ¿Hasta cuándo nos haremos responsables de nuestros adolescentes y les daremos las armas para enfrentar al mundo, no de forma populista, sino eficientando los servicios y las oportunidades para ellas…? El negar la realidad no la desaparece, la subraya.
Hijos deseados, niños amados, adultos felices, sociedades menos violentas… no hacerlo ya no es una opción, es un suicidio.
Fuentes:
https://www.unicef.org/mexico/spanish/ninos_6879.htm
https://www.bcn.cl/carpeta_temas/temas_portada.2006-10-03.7146246056/area_2.2007-01-31.0791148977
https://www.unfpa.org.pe/publicaciones/EPM.htm
Encuesta Nacional sobre la Dinámica Demográfica(ENADID)